Si asomarse a la infancia y a la marginalidad no es una tarea fácil ni sencilla, habitarla, de manera permanente, se torna más complejo aún. A eso nos invitan estos once dolorosos y conmovedores relatos, los cuales no están escritos para la niñez ni sobre la niñez, sino desde la niñez. Y no desde cualquier niñez; desde una olvidada, en la que la tragedia está tantas veces normalizada, que se convierte en lenguaje coloquial. A ratos estas historias parecen pensamientos desbocados, murmullos de niños solos, en los que nadie ha pensado, frente a los que nadie se detiene. Pensamientos de niños salvajes que juegan, que pasan de una idea a otra, de manera repentina; sin encontrar un sentido a su existencia, aclaman una mano amiga, un sentido. El autor parece conocerlos, reconocerlos, y nos invita a sentarnos en un ladrillo, a acomodarnos sobre una colchoneta humedecida y abandonada a la orilla de un canal, para mirar una serie feroz, por la que transitan personajes mágicos y pequeños, contando, sin saberlo, sus propias historias Desde la orilla.