Valery Larbaud fue uno de los más eruditos y singulares escritores de la primera mitad del siglo XX. Viajero infatigable, nació en Francia en 1881, al interior de una familia acomodada; cultivó el dandismo y fue un gran divulgador de escritores excéntricos o raros, como lo era Borges para los franceses en la década del 20. Su literatura se revela como un canto a las maravillas del mundo, al goce de los placeres que se hallan en cada detalle cotidiano: una playa soleada, el café humeante de media mañana, una obra de teatro, los cambios de la luz a medida que se esconde el sol, la fachada de una casa que lo lleva al insospechado territorio de la infancia. En los textos reunidos en A los colores de Roma, publicados en 1938, se aprecian los múltiples intereses que cruzaron su vida: hay viajes, personajes, libros y conjeturas varias. La traducción de este título, hasta ahora inédito en nuestro idioma, coloca entre los lectores en lengua hispana una obra ineludible, que se adelantó casi un siglo a las tendencias que hoy moldean la crónica. Solo si apareciera un nuevo Valery Larbaud, al que hace años, demorándome en las palabras, llamé "el viajero más lento", la alegría podría volver al mundo. Nacido en Vichy, en el interior de Francia , es probable que haya sido el escritor más mediterráneo que ha existido. Un héroe del sur, entre Roma y Alicante. Enrique Vila-Matas.