En su cumpleaños 45, Leonor se entera de que su madre, de quien está distanciada hace algún tiempo, padece de alzhéimer. Esta noticia desencadena en ella, primero, una necesidad por saber las implicancias de esta enfermedad y, luego, por conocer quién es realmente esa persona que irá desapareciendo paulatinamente. En este proceso descubre cuán importante es para ella la imagen, los recuerdos y, finalmente, el amor de su madre. Como una necesidad personal, inicia entonces –contra el tiempo– un camino de sanación de la relación de ambas, que se basa en conocer y entender a su mamá y en revelar su amor por ella. Este recorrido la lleva también a cuestionarse su propia vida, sus relaciones y afectos. A partir de ello, y de constatar lo vulnerable que es la memoria, Leonor decide “reescribir” la historia de ambas, construyendo un relato coherente con lo que ella siente y con lo que, cree, siente su madre. Un relato donde la vida de ambas se funde como parte de una historia de identidad y amor que las precede y las determina.